viernes, 10 de junio de 2011

De políticos y del resto de los mortales...

No soy de izquierdas, ni de derechas, ni de centro ni por supuesto de ningún extremo. No soy de ningún movimiento, ni pertenezco a ninguna acampada, ni apoyo muchas de las cosas que dicen o hacen. Tengo una ideología clara, que es la mía. No me siento representado por nadie, y no pretendo representar a nadie. No estoy dispuesto a quitarle la razón a éste por apoyar a fulano, ni a dársela al de enfrente por votar a mengano. Simple y llanamente me gustan algunas cosas que hacen algunos partidos y no me gustan otras, aunque debo decir que hay muy pocas que me gusten…

Estoy cansado de hablar con poseedores de la VERDAD ABSOLUTA, los voy a llamar los FIELES: personas que, sí o sí, tienen razón, que no dan su brazo a torcer aunque les demuestres de forma irrefutable, innegable, incontestable e incuestionable que no es así. Defienden al partido por el que CREEN estar representados (y digo CREEN) contra viento y marea. Estos FIELES Intentan rebatir los argumentos de unos diciendo que los otros son peores, o menos malos, o necesarios para la situación actual. Perdóneme el lector pero voy a intentar escribir una pedorreta: ¡¡¡PFffpfppppfppppfp!!! Estos FIELES de A o de B, lo son porque alguien los ha convencido en cierto momento de sus vidas de que A o B son los mejores. Es decir, esté quien esté en A, lo dirija quien lo dirija, haga lo que haga, cometa delitos o no, se demuestre lo que se demuestre, A es el mejor. Enfrente, los fieles de B son exactamente iguales, exigentes con el contrario e indulgentes con todo lo que haga B. Y nunca, pase lo que pase, estos FIELES cambiarán de opinión. Debo decir, para que nadie piense de mí nada que no sea cierto, que estuve a punto de convertirme en uno de ellos.

Parece, con la situación actual –me refiero a la política, no la financiera- que tenemos que elegir entre A o B. Unos lo han hecho peor, y los otros dicen que tienen el remedio, la panacea para solucionar todo mal. A ver, si tanta voluntad de servicio público tienen ambos, ¿no hubiera sido lógico que unos hubieran aceptado propuestas del contrario, o los otros las hubieran ofrecido de forma altruista?
A. -Oye, Presidente, que creo que si hacemos esto o lo otro, saldremos todos beneficiados, y nuestros conciudadanos serán mucho más felices.
B. -Hombre, Líder de la Oposición, tu idea es maravillosa, cuando la lleve a cabo diré que ha sido consensuada entre los dos.
A. -No es necesario hombre, si es por el bien común…
Me voy a permitir hacer otra pedorreta: ¡¡¡PFffpfppppfppppfp!!!

Lamentablemente no he visto nunca a ninguno de estos patriarcas del servicio público dándole la razón a su contrincante, ni aplaudiendo una decisión, ni una actitud… Hacen pactos, negocian, llegan a acuerdos, mercadean con nuestro voto y nuestra elección con interés propio.
A. –Si me das esto aquí, te doy esto allí
B. –Vale, a cambio me tienes que decir que soy guapo
B. –De acuerdo, pero que no se enteren mis votantes…

Hasta ahora un mitin político consiste en gastarse cantidades ingentes de dinero contratando unas instalaciones y equipándolas para que un señor se ponga frente a un micro y le diga a unos cientos, y en ocasiones miles de votantes (todos ellos ya bien convencidos de su voto) lo bueno que es él y lo malo que es su adversario. En ocasiones se ha oído a alguno de estos señores proponer algo por el bien común, pero no es lo habitual. Y yo me pregunto, ¿esta “raza” que llamamos política no está aquí con un sentimiento de servicio público? ¿No se supone, que son ellos los que nos deberían escuchar a los que no tenemos dicha vocación? ¿Cuántas veces hemos visto a un político estar callado escuchando lo que dicen los demás? Un mitin debería ser absolutamente al contrario: Todos los políticos sentados en sillas calladitos y con sus cuadernos y lápices tomando notas, y los votantes delante del micrófono diciendo lo que les hace falta, lo que necesitan, lo que les gustaría… Pero claro, eso sería rebajarse demasiado…

A partir de ahora voy a poner mi voto en venta. Es un voto. No es mucho, lo sé, pero no tengo más. Voy a votar, voy a apoyar a quien proponga que los políticos sean iguales al resto de los mortales. A quien defienda que los políticos deben tener los mismos derechos que los que no lo son. A quien promueva una ley que no solo no proporcione inmunidad a parlamentarios, ni aforados, ni ministros, ni presidentes; sino muy al contrario que condene con penas más severas a todos estos “servidores del estado” que cometen delitos. ¿Pido mucho?

Y dicho todo esto porque me apetece, no creo estar en posesión de la verdad absoluta, ni pretendo representar a nadie, ni que nadie me siga. Sólo decir lo que me apetece y en lo que creo. Creo en las personas y entre los políticos actuales veo bastante pocas….
Salva Castaño.

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